Escondido en el desierto occidental, Siwa florece como uno de los oasis históricos y más espectaculares del país, y cierra por el este la tierra tradicional de los bereberes
Aislado en el extremo noroeste del infinito desierto que se abre paso más allá de la cuenca occidental del río Nilo, el oasis de Siwa brota como uno de los escenarios más vírgenes y exóticos de Egipto.
El lugar, que yace en la falda de una depresión homónima cercana a la frontera con Libia, se encuentra a unos 600 kilómetros de El Cairo. A pesar de su encanto, se sigue quedando fuera de los principales destinos turísticos del país de los faraones.
Aunque antaño famosa por ser el enlace entre cinco grandes rutas de caravanas que conectaban el valle del Nilo, África central y la costa del Mediterráneo, Siwa ha vivido notablemente recluida durante siglos debido a su remota ubicación, lo que le permitió mantener a lo largo de mucho tiempo una elevada independencia.
Tanto es así que, a pesar de que el oasis fuera anexado a Egipto a principios del siglo XVIII, no fue hasta 1984 cuando se construyó la primera carretera asfaltada que le permitiera enlazar con el resto del país.
Asimismo, el hecho de que hasta 1992 los extranjeros aún necesitaran un permiso del exasperante ejército egipcio para poder acercarse al lugar ha provocado que Siwa haya mantenido cierta insularidad hasta hace bien poco.
Siwa
Este aislamiento, sin embargo, ha resultado clave para no alterar la fragilidad que caracteriza el emplazamiento. Por un lado, en el oasis viven los únicos 30.000 bereberes de Egipto. un conjunto de pueblos autóctonos del norte de África cuya presencia se extiende desde las Canarias hasta Siwa. Y, por el otro, su ecosistema es muy delicado, por lo que alterar su equilibro podría acarrear consecuencias catastróficas para el lugar.
A día de hoy, llegar hasta el oasis resulta muy sencillo. Una de las mejores opciones, aunque no la más cómoda. Pasa por tomar el autobús nocturno que parte cada noche desde El Cairo hasta el centro de Siwa. donde se debería llegar a primera hora de la mañana.
La segunda posibilidad es la de desplazarse en avión hasta la ciudad costera de Marsa Matruh, a unos 300 kilómetros del destino final, y recorrer el resto en autobús o microbús.
Lo ideal es visitar el lugar entre otoño y abril, cuando las temperaturas son más soportables que en verano. Y una vez allí, no cabe esperarse encontrar a demasiados viajeros, ya que el turismo en la zona se desplomó tras la Primavera Árabe de 2011. Debido a la inestabilidad en Egipto y a la proximidad de Siwa a la caótica Libia. A pesar de ello, el lugar es completamente seguro y no ha sufrido como otras partes del país.
Siwa
Para suerte del viajero, el oasis cuenta con un amplio abanico de posibilidades en cuanto a alojamiento, por lo que se podrán encontrar desde opciones muy económicas. Sobre todo en el mismo pueblo de Siwa, hasta las alternativas más lujosas. algunas de las cuales se encuentran en los rincones más espectaculares del oasis.
A pesar de tratarse de un lugar pequeño, la vasta historia y privilegiada naturaleza brindan a Siwa. Una variada oferta turística que abarca desde histórico hasta terapéutico, pasando por el de safari y el recreacional, que son los que suelen atraer a más público.
En el interior del pueblo, la principal atracción es la espectacular fortaleza de Shali, una ciudad fundada en el siglo XIII y habitada hasta 1926, cuando tres días de tormentas dañaron críticamente los edificios de su interior.
Siwa
Construida sobre una colina en el centro de Siwa, Shali aparece como un laberinto de edificios hechos con una típica mezcla local de sal, roca y arcilla conocida como kershef. Su cima ofrece unas bonitas vistas al oasis. Para ver más edificios construidos a la manera tradicional se puede pasar por el centro de visitantes de Siwa, cerca de Shali, donde además hay un pequeño museo de historia local.
Para los amantes de la arqueología, los dos lugares que no se pueden perder se encuentran en la colina de Aghurmi. donde descansan los dos templos construidos en Siwa en honor al dios Amón. El primero de ellos, y el más conocido, guarda en su interior el famoso templo del oráculo. que se cree que fue visitado por Alejandro Magno para determinar si era hijo de Zeus. El segundo, el de Umm Ubedah, estaba conectado al anterior y, aunque está prácticamente en ruinas, su ubicación, en un palmeral, mantiene un gran encanto.
Siwa
Para quienes estén cansados de historia antigua, Siwa cuenta con numerosos manantiales fríos y calientes escondidos entre las palmeras. El más famoso de ellos es el llamado baño de Cleopatra, una piscina de piedra natural en la que, según la leyenda, se bañó la popular gobernante egipcia.
Otros de los manantiales más conocidos del lugar son el de la isla de Fatnas, que es uno de los más resguardados y está a cuatro kilómetros de Siwa. El de Bir Wahed, de agua caliente; o el de Kegar, un jacuzzi a 67º usado con fines terapéuticos.
Alejándonos del pueblo, una de las principales atracciones del oasis es la de adentrarse de safari en el Gran Mar de Arena. una zona desértica del Sahara de 72.000 kilómetros cuadrados que cuenta con el tercer campo de dunas más grande del mundo y del que Siwa actúa como entrada norte.
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En el oeste de Siwa, por su parte, destaca ante todo el lago Shiatta. que en el pasado se cree que se estiraba hasta el mismo pueblo de Siwa y en cuyas profundidades se han hallado fósiles milenarios y una barca funeraria de la época faraónica o romana. Además, el lugar no es solo una parada para muchos viajeros sino también para algunas aves migratorias, incluidos flamencos, y también para gacelas que, con suerte, se podrán avistar a su paso por el lago.
En la parte este, que requeriría de una jornada entera para visitar sus distintos oasis y sus pasajes naturales con algunas espléndidas formaciones calizas, destaca el antiguo pueblo fortificado de Gara, en el que aún viven unos pocos centenares de personas y que, sin duda, figura entre los asentamientos más aislados de todo Egipto.
Siwa
A la hora de desplazarse, los lugares más cercanos al pueblo de Siwa son alcanzables en bicicleta, moto o con los particulares –e incómodos– taxis locales. Que no son más que una moto con un pequeño remolque.
A partir de los 15 kilómetros a la redonda de Siwa. sin embargo, aún se requieren permisos para viajar, por lo que se recomienda o, bien, ir con un guía o pasarse con al menos un día de antelación por la céntrica oficina de turismo. Donde su amable director, Mahdi Hwieti, podrá facilitar este trámite.
Sin lugar a dudas, Siwa es uno de los lugares más atípicos y hermosos de Egipto. y de contarse con los días disponibles para acercarse, supone una gran oportunidad no solo para adentrarse en un entorno natural privilegiado. Sino también para conocer al pueblo bereber que habita la zona y que añade un toque distinto al Egipto árabe más oficial.
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